Mi máquina de coser, por fin, ha decidido aceptar mi amistad.
Empiezo a sentirme, parte de ella.
Observad, observad; ¡voy recta! (bueno, a veces…ejem)
De nuevo, los vaqueros de mi hija. Aun me queda tela como para unas cuantas libretas más.
Cintas de la mercería, la Dymo, la Zutter y “la máquina”

Queda “mono” el lapicerito, ¿verdad?.