Pasamos unos días en Cáceres. Y de visita en uno de los maravillosos edificios que tiene esa ciudad, nos regalaron un montón de posters.
Yo, que lo guardo todo, rozando el sindrome de Diógenes, me dije “Algo se me ocurrirá“.
Los posters, arriba y abajo, todo el viaje. Que colores, que bonitos.
Todos hartos de los posters, ¡que no se arruguen!, ¡que no se manchen!.
(¡¡¡¡Arggggg!!!!)
En definitiva, que llegaron a Madrid. :DDDD
Y esto, siguió unos días más. Que, donde los guardo; que,  que hago con ellos…
Los susodichos. No me digais, que no som bonitos los colores. 😉

Con mi querida Sizzix, los troquelé todos ellos, con un troquel de circulos de tres tamaños distintos. Aprovechando solo la parte de colores y figuras, evitando las letras.
Los atrevesé con hilo de nylon, y voilà, este es el resultado.

Me gustó tanto, que ha pasado a ocupar un lugar muy especial, en nuestro salón.